Propuesta de cara a la COP21 de París, diciembre 2015

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Este documento tiene como objetivo presentar compromisos y esfuerzos que los pueblos, nacionalidades y comunidades están haciendo para la no extracción de petróleo, gas o carbón como contribución para evitar el desastre climático.

Junto a estos compromisos está nuestra demanda a la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (UNFCCC) y a los gobiernos para que se reconozca, respete, promueva y proteja a este tipo de acciones que tienen como meta proteger el clima y la vida en el planeta.

El Grupo Anexo 0: una forma de reconocimiento y respeto a compromisos y esfuerzos reales
La Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, suscrita en la Cumbre de Río de 1992, dividió a los Estados parte en dos grupos: Anexo I que son los países industrializados del Norte, más aquellos cuyas economías estaban en fase de transición; y No Anexo I que son, en esencia, los países del Sur global. Posteriormente se estableció el Anexo II, que incluye a los miembros del Anexo I que deben ofrecer recursos financieros y técnicos para permitir a los países del Sur emprender actividades de reducción de las emisiones de conformidad e iniciativas de adaptación. Oilwatch afirma que, desde el siglo XIX, para los países del Anexo I y II, el motor del desarrollo del capitalismo ha sido la explotación de carbón, petróleo y gas, por lo que han hecho todo lo que esté a su alcance para detener cualquier decisión que pueda llevar a acciones concretas y vinculantes para disminuir el consumo de estos combustibles fósiles. Así, al cabo de más de 20 años de negociaciones internacionales, el calentamiento global sigue en aumento sin soluciones efectivas y reales para detenerlo.

En este escenario, precisamente, uno de los obstáculos ha sido la influencia directa que las empresas vinculadas a los combustibles fósiles han ejercido sobre las decisiones de la Convención.

Hoy este sector corporativo es parte de los promotores de las falsas soluciones que exacerban el aumento del efecto invernadero, como son el mercado de carbono, los agrocombustibles, REDD o la geoingeniería, e inclusive tecnologías petroleras como la Captura y Almacenamiento de Carbono (CCS), entre otras. Al mismo tiempo, expanden los alcances territoriales hacia las denominadas nuevas fronteras: mares profundos y yacimientos «no convencionales», donde se destaca la perniciosa técnica del fracking.

Por si fuera poco, la limitada visión de Naciones Unidas, que se concentra en impulsar negociaciones entre partes, que son Estados, ha permitido a los países industrializados del Norte no cumplir con sus obligaciones climáticas, mientras que, en un escenario injusto y neocolonial, se trasladan sus responsabilidades a los pueblos y naciones del Sur. Cuando es precisamente en este lado del mundo en donde se encuentra la mayoría de naciones y regiones subnacionales o localidades, y sobre todo, pueblos indígenas, campesinos, pescadores o comunidades tradicionales que están haciendo esfuerzos reales para proteger el clima -a pesar de ser las más afectadas. Son las iniciativas de pueblos las que están siendo dejadas de lado y, en muchos casos, criminalizadas, cuando sus esfuerzos por no extraer más hidrocarburos fósiles debieran ser premiados.

Vemos que, en términos prácticos, además de los Estados nacionales, hay otros actores determinantes con capacidad e interés por acelerar las transformaciones requeridas para la protección del clima global. En este sentido deben ser reconocidos por la Convención del Cambio Climático, por ejemplo, los pueblos y naciones indígenas, provincias, estados o regiones subnacionales y las localidades que dan pasos firmes para no extraer hidrocarburos del subsuelo.

Por lo tanto se debe crear el Grupo Anexo 0 en donde estarían precisamente estos pueblos y territorios, pues están resolviendo las causas del problema: la adicción a los combustibles fósiles.

Es hora de enfocarse en resolver las causas determinantes del problema
Principalmente luego de la Segunda Guerra Mundial se consolidó la base industrial de un capitalismo adicto a los combustibles fósiles, así como una cultura basada en un patrón de consumo sin fin, energético y material, extensivo, expansivo y nocivo. Como parte de este modelo, se expande además la minería a gran escala y una agricultura industrial altamente consumidoras de petróleo.

Esta adicción a los fósiles no sólo está afectando al clima, está provocando enfermedades degenerativas y mortales a millones de personas, inunda de basura no degradable el planeta, extermina a cientos de culturas tradicionales – desplazando usos y costumbres sanas y ecológicas-, y sigue generando crisis económicas, sociales, políticas, ambientales para la expansión y acumulación del capital. Un capitalismo institucionalizado y global con rasgos más decadentes y letales requiere de una acción también global que lo confronte.

Mientras los sectores corporativo y financiero deciden cuánto petróleo se extrae, de dónde, de qué tipo, cuánto se vende y a qué precio; y frente a la incapacidad de los yacimientos «tradicionales» de abastecer la exponencial demanda de los sectores concentrados, la industria y gobiernos han avanzado en los últimos años en los denominados «no convencionales». Con técnicas más costosas y degradantes, como el fracking, se busca mantener la dependencia de los combustibles fósiles, fortalecer el proceso de acumulación, la apropiación de territorios, desposesión y violación de los derechos de los pueblos.

Dejar el petróleo y otros hidrocarburos fósiles en el subsuelo es la medida más directa y concreta para lograr resultados en relación al clima, así como para confrontar el capitalismo, la explotación de los seres humanos y la privatización de la naturaleza a nivel global.

¿Con qué métrica, escenarios y modelos trabajar?

Los estados miembros de la UNFCCC se pusieron la meta de adoptar en París 2015 un nuevo acuerdo global sobre cambio climático. La retórica dice que será para evitar que el planeta sobrepase el límite de 2°C de calentamiento en relación con la temperatura preindustrial. Este límite supuestamente marca la línea entre un clima cambiante al que podemos adaptarnos y un desajuste climático de consecuencias imprevisibles e irreversibles.

Para llegar a esta cifra, tanto la UNFCC como los expertos del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) han usado siempre las concentraciones de dióxido de Carbono como una medida estándar, señalando la reducción de emisiones más no la cantidad de hidrocarburos fósiles que no se deberían extraer. Esto ha estado en línea con el interés oficial de evitar hablar del problema real que es la quema de combustibles fósiles. Hablar de cantidades de petróleo, gas o carbón permitiría visualizar las responsabilidades, y las acciones necesarias, para evitar la crisis del clima.

De acuerdo a las cifras oficiales se puede desprender que para alcanzar un máximo de 2°C de temperatura (escenario RCP2.6 del IPCC), hacia el año 2100, habría que dejar en el subsuelo al menos las 2/3 partes de las reservas conocidas de petróleo, gas y carbón. Así, de los 1’700.000 millones de barriles de petróleo que están aún bajo tierra, 1’190.000 millones deberán permanecer allí; de los 187 millones de millones de metros cúbicos de gas natural, 131 millones de millones no se deberán extraer; y, de los 892.000 millones de toneladas de carbón, 624.000 deben permanecer en su lugar. El objetivo ahora es decidir dónde y cómo empezar a dejarlos en el subsuelo. Al usar estas cifras no pretendemos una cuantificación mercantilizable ni que se deriven equivalencias nefastas en el mercado de servicios ambientales u otras formas de compensación mercantil, sino como una manera de visibilizar las magnitudes de los esfuerzos necesarios hacia una civilización pospetrolera.

Esto implica pasar de un modelo energético de producción centralizado y a gran escala a modelos con energías limpias, renovables, descentralizadas, diversas, soberanas y ecológicas. Para esto, una necesidad es un cambio de concepción sobre la energía, lo que incluye saber qué tipo, cuánta y para quién se la necesita y una reflexión sobre las energías en los territorios y para los pueblos.

Protección, reconocimiento e incentivos para los países, naciones, espacios subnacionales, localidades y territorios del Anexo 0

Las iniciativas calificadas como parte del Anexo 0 deben ser protegidas y apoyadas con una serie de incentivos y reconocimientos internacionales basados en la solidaridad, el intercambio tecnológico sin ataduras y la existencia de una deuda ecológica asociada al clima. La creación del Anexo 0 además incentivará nuevos compromisos y esfuerzos concretos enfocados en enfrentar las causas determinantes del cambio climático.


Los indicadores de estas iniciativas serán:

  1. Hidrocarburos fósiles conservados en el subsuelo.
  2. Formas de vida basadas en una relación de respeto y diálogo con las naturalezas.
  3. Luchas frente a la minería de carbón y de otro tipo por su impacto en el clima, y por ser altamente consumidoras de combustibles fósiles.
  4. Pasos firmes hacia un debate sobre el tipo de energías que se requiere, para qué, para quién, cuánta y sobre el ejercicio de la soberanía de los pueblos y territorios.
  5. Rechazo a los mecanismos como el mercado de Carbono, REDD+ y otros, ya que son falsas soluciones al cambio climático.
  6. Compromisos clarosla no extracción y emancipación de combustibles fósiles por parte de los pueblos.


HERRAMIENTAS DE AVANCE

Protección de pueblos y territorios:

Detener la criminalización de quienes promueven el dejar el petróleo, el gas o el carbón en el subsuelo, y de quienes son activos defensores de las tierras y territorios frente a la extracción de hidrocarburos fósiles.

Detener la intervención de corporaciones, de los sistemas de represión de los Estados y la ocupación e invasión de territorios para la extracción de hidrocarburos fósiles en lugares en donde la población local la rechace, áreas designadas como reservas naturales o de alta fragilidad.
Reconocimiento a través del establecimiento de un premio internacional:

Para quienes dan pasos firmes para no extraer hidrocarburos de sus tierras y territorios.Para quienes mantengan modelos de soberanía energética y alimentaria no dependientes de los hidrocarburos fósiles y respetuosos de la naturaleza.

Incentivos tales como:

Intercambios tecnológicos

Formas de contribución y apoyo directos, respetando las soberanías, con diálogos de buena fe y sin traslado de responsabilidades.

Desincentivos tales como:

Retiro de subsidios estatales a la industria relacionada con los combustibles fósiles
Retiro de inversiones (divest en inglés) en acciones, bonos o fondos de inversión vinculados al petróleo.

LLAMADO INTERNACIONAL

¡ES EL TIEMPO DE LOS COMPROMISOS DESDE LOS PUEBLOS!

OILWATCH sostiene que ningún país realmente está listo para soportar un cambio climático catastrófico. Además, las naciones que sufren las peores consecuencias son las que contribuyen menos al calentamiento global, pero a menudo si son las que más toman medidas para frenar el mismo. Creemos que ha llegado el momento para que las Naciones Unidas enfrenten la crisis climática creando, en el seno de la Convención de Cambio Climático, el Anexo 0 como grupo de pueblos o naciones que son reconocidas por sus contribuciones y como un incentivo para que otros se unan a la tarea de dejar en el subsuelo los hidrocarburos fósiles.

Basta de hablar de cosas abstractas como emisiones de CO2, hablemos de petróleo, de gas o de carbón. Sumémonos a los compromisos de los pueblos de no extraer más hidrocarburos fósiles y hagamos esfuerzos en nuestras organizaciones apoyando estas iniciativas y luchas de resistencia.
Demandamos a las Naciones Unidas, a los gobiernos nacionales y a las organizaciones y movimientos sociales el reconocimiento, protección y difusión de los compromisos y esfuerzos verdaderos que contribuyen certeramente para evitar el desastre climático.

OILWATCH
Julio de 2015

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