Sr. Presidente
Los anuncios de la evaluación de la iniciativa (Yasuní-ITT) y la gradual declaración de falta de interés internacional, los valoramos como parte de la estrategia de diferir la decisión de la explotación del crudo en el Yasuní y preparar las condiciones para su extracción.
Estos anuncios han servido como preparación para el sacrificio futuro que siempre es más fácil que el sacrificio inmediato: una licencia de dudosa legalidad, (la del bloque 31); después una carretera dentro del Parque Nacional; la instalación de las tuberías; un corredor petrolero hacia los campos ITT (entregado a la empresa China Petrooriental); dejar todo listo, para hacer más rápido y menos visible el arranque de la explotación.
Es claro que la iniciativa no funcionó, no como esperabamos, pero ¿porqué?, ¿quién no estuvo preparado?.
Tal y como se ha anunciado, la decisión se tomará en el marco de una «estrategia de Shock», causada por muchas decisiones de alto costo ambiental: la minería a gran escala en varias regiones del país; la apertura de la frontera petrolera en el centro sur de la amazonía; los transgénicos; las represas; la criminalización de la protesta social; el control y disciplinamiento de las ONGs… todo en simultáneo como para asfixiar las críticas con una avalancha de temores.
Se ha preparado la argumentación de un fracaso y de falta de apoyo internacional. Sin embargo, cómo entender estos resultados si al mismo tiempo se conoce del inmenso apoyo y reconcimiento a la iniciativa Yasuní (solo en internet hay más de 4 millones de referencias).
Sr. Presidente, antes que haga pública esa decisión, nos permitimos una reflexión sobre la misma:
Falta de comprensión de los alcances:
La iniciativa Yasuní-ITT, como se le denominó, era un camino, la transición, un sendero que proponía un verdadero cambio civilizatorio. Cuestionar el petróleo, mercancía fundamental del capitalismo; cuestionar la mercantilización de la naturaleza con los mercados del carbono; apostar a la vida antes que al petróleo, destacar los impactos de la extracción y el costo que ha tenido para la natruralza y el ambiente (y finalmente las personas), eran conceptos que nacieron de la experiencia y de reflexiones profundas de la sociedad. Al desarrollo tradicional, que tiene como referencia a las naciones industrializadas, se contraponía el Sumak Kawsay, en armonía con la naturaleza. El Yasuní era el lugar de la utopía. Sin embargo para usted (ahora no nos queda duda), se convitió únicamente en oportunidad de ingresos alternativos.
Falta de convencimiento de las posibilidades:
El aliento de inversiones y adelantos del Plan B revelan que había poco convencimiento, se invirtió más en la opción de extracción y nos endeudamos como país. La venta anticipada de petróleo y la necesidad de ingresos fiscales terminan imponiendo el discurso de la necesidad. Cero apoyo a las comunidades que han venido invirtiendo en esfuerzos de turismo comunitario (manejo y control de su territorio y sobre todo alternativas a la imposición de una economía fundada en las migajas petroleras). Cabañas, senderos, lagunas, estaban siendo trabajadas pensando en la posibilidad de contar con ingresos sin sacrificar la selva.
Falta de capacidad de los ejecutores:
¿Por qué se le ofreció la iniciativa a una persona que tenía como principal mérito haberse gastado una docena de millones de dólares en la organización de la elección de «Miss Universo» en Ecuador en el gobierno de Lucio Gutiérrez?, ¿Por qué se asignó a una persona que se puso en contra de los demandantes del caso Texaco y que hizo manifestaciones claramente a favor de dicha empresa petrolera?, ¿Tenía esta persona capacidad de presentar la propuesa, de dialogar con los potenciales donantes, de comprender los contenidos de la misma?.
Falta de herramientas:
El fideicomiso (en el cual nunca se incluyó una delimitación geo-referenciada del área del parque), herramienta propuesta para las contribuciones nació con debilidades, tardanzas y limitaciones. Se limitó a establecer la equivalencia del petróleo únicamente al carbono, con una renuncia fácil a la condición innovadora de la Iniciativa Yasuní-ITT. La falta de garantías nunca se resolvió, la posibilidad de contribuciones desde la sociedad se limitó a una tardía cuenta por internet, que no siempre funcionó y que tampoco ofrecía ninguna garantía o respaldo a los donantes. ¿Quién va a darle dinero a un Estado, sin garantías de que éste va a cumplir con lo que dice?, ¿Cómo se puede pedir a la gente un cheque en blanco con la historia de atropellos que han cometido en Ecuador los sucesivos gobiernos?
Falta de estrategía en las negociaciones:
¿Por qué la iniciativa Yasuní-ITT se dirigió sólo a los gobiernos?, ¿Por qué darle la espalda a las sociedades de esos países y no crear sistemas de apoyo novedosos, posibles y anclados en quienes creían en la importancia de la propuesta?. Se buscó apoyo de gobiernos como por ejemplo el de Italia que evita hacer visible la creciente ola de casos de cáncer que asolan sus ciudades y que estuvo dispuesto máximo a condonar una deuda previamente calificada de ilegítima; el de España, que previamente había intercedido por una empresa que opera dentro del mismo parque Yasuní, en donde la apuesta minera ha destruido numerosas hectáreas con el discurso de crear trabajo, un trabajo que nunca se dió; o el gobierno de Alemania, que vive de los negocios del petróleo con su industria automotriz y con sus intereses financieros en los bancos, por ejemplo el West LB que organizó las finanzas para el OCP (Oleoducto de Crudos Pesados). Se impulsaron negociaciones fracasadas con los gobiernos de los países árabes, que viven en el desierto y se construyen con petróleo sus propias islas de lujo; o con el gobierno de Estados Unidos que ni siquiera ha sucrito los convenios internacionales sobre cambio climático, peor el de China que está sediento de petróleo o el de Canadá, gobiernos que abusan de la extracción de las materias primas de otros países. Igualmente se impulsaron campañas con empresas de dudosa reputación. En cada uno de esos casos, fueron las organizaciones de la sociedad, espacios políticos de izquierda y ecologistas, los que intentaron sostener la iniciativa, pero se desoyeron sus propuestas y peticiones con mayor claridad y herramientas para consolidar las contribuciones.
Sr. Presidente, si usted declara el fracaso de la iniciativa, estará declarando el fracaso de su gobierno y de su gestión en torno a esta. La propuesta de dejar el crudo en tierra seguirá siendo una agenda fundamental, innovadora, necesaria para el futuro de este país y todo el mundo, aún después que usted haya pasado por el sillón presidencial.
Campaña Amazonía por la Vida